Los delfines salvajes son increíblemente juguetones, sociables, cariñosos e inteligentes. Son realmente criaturas cautivadoras.
La extremadamente cruel industria de explotación de los delfines salvajes ha sido prohibida en muchos países, desde el Reino Unido hasta Costa Rica. El espeluznante proceso de captura incluye conducir a los delfines a aguas poco profundas en las que hasta la mitad de ellos se ahogan o mueren antes de ser capturados a causa de las heridas que les son provocadas.
Para los delfines salvajes la vida en cautiverio es una tortura. Su potente canto rebota contra cualquier tipo de muros y se vuelve contra ellos, como si estuviesen atrapados en una infinita sala de espejos. La mayoría de los delfines cautivos mueren jóvenes a causa de enfermedades inducidas por el estrés, y algunos inclusive se suicidan.
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